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Esta historia empieza en 1903, cuando Rudesindo Echavarría reúne 10 mil pesos oro (con 13 pesos se hacía el mercado mensual para una familia de diez personas), y los manda a una casa comercial en Inglaterra con una nota. En esta pedía que se le mandara el equivalente en el producto que mejor se estuviera vendiendo en Europa. Para su sorpresa, seis meses después llegó un cargamento lleno de textiles. Nadie se hubiera imaginado que esta mercancía daría inicio a una de las industrias más grandes de la historia de Colombia: la industria textil.

 

Don Rudesindo Echavarría nació en Barbosa, Antioquia, en 1856. Era conocido en su pueblo natal por haber creado la Casa Comercial R. Echavarría y Cía., en 1875. El negocio, en el que se exportaba e importaba café y mercancía de todo tipo, llegó a tener oficinas en Inglaterra, Nueva York y diversas partes de Colombia. Esta magnitud fue lo que le permitió a su fundador obtener poder y estabilidad económica, hasta el punto de hacer factible una diversificación de los negocios hacia el sector minero y posteriormente al de plásticos, aeronáutico, cerámicas y por supuesto, el textil.

 

Los diez hijos de Don Rudesindo, después de importar tela por algunos años, le dieron un giro muy interesante a los negocios familiares. Se preguntaron qué pasaría si en vez de traer la tela, comenzaban a hacerla ellos mismos. Ya dominaban la importación y el mercado de textiles, por lo que al volver al país, después de haber completado sus estudios en las principales ciudades del mundo, comenzaron con la creación de un mercado y una industria nacional. De los hijos de Rudesindo se destacan tres: Alejandro, Rudesindo Jr. y Jorge; quienes luego serían los fundadores de Fabricato y  Coltejer. Además serían los culpables de crear dos clanes familiares: los Echavarría Gordos y los Echavarría Flacos.

 

En 1908 Alejandro Echavarría, un carpintero oriundo de Barbosa, reunió 1,000 pesos oro e importó de Inglaterra cuatro telares para empezar la operación de la Compañía Colombiana de Tejidos, o como se conocía comercialmente, Coltejer. Esta empresa fue todo un éxito por varias razones. Entre estas se destaca la pobre calidad de la tela importada que se conocía en el país y el excelente ambiente creado por el general Rafael Reyes, que propiciaba la creación de nuevas empresas. Pronto se convertiría en una de las primeras Sociedades Anónimas del país. En su capital ya habría 130 telares y cientos de empleados.

 

Viendo el éxito de su hermano con Coltejer, Jorge Echavarría se asentó en Bello, una ciudad que hoy se difumina en el perímetro urbano de Medellín, y fundó Fabricato en 1919. La historia de esta empresa es un poco distinta a la de Coltejer por la volatilidad económica y política de la época: se terminaba la primera guerra mundial, la presidencia de Marco Fidel Suarez desincentivó la industrialización y los negocios de los Echavarría no estaban pasando por el mejor momento. Jorge completó sus estudios en Nueva York y trabajó con su padre en la Casa Comercial R. Echavarría y Cía., hasta que en 1923 vieron que con la presidencia de Pedro Nel Ospina la situación estaba cambiando, por lo que se importaron las máquinas de Inglaterra y los telares pronto comenzaron a funcionar.

 

Un Alejandro Echavarría flaco y un Jorge Echavarría Gordo, fundadores de Coltejer y Fabricato, deciden hacer dos grupos económicos distintos con sus hermanos. Cinco fueron los gordos y cinco los flacos. Como las dos empresas estaban llegando al máximo de su potencial y se habían vuelto Sociedades Anónimas, Los Echavarría pronto delegaron la administración a terceros y poco a poco fueron vendiendo su participación para abrirse camino en otros mercados. Entre estos podemos ver como Alejandro compra una pequeña tienda de cerámicas, que se convertiría en la multinacional que hoy en día es Cerámicas Corona; funda el hospital San Vicente de Paúl y la primera empresa de aviación en América llamada Compañía Colombiana de Navegación. Además, adquiere participación en el Banco Comercial Antioqueño. Por otro lado, Jorge y los gordos fundan Tejicondor, se apropian de una hidroeléctrica en Bello, fundan la primera empresa de energía de Medellín, adquieren Textiles Rosellón, adquieren la fábrica de medias Fatesa y participan en la fundación de la ANDI.

 

Con el tiempo, estas empresas se convirtieron en gigantes que requirieron de terceros para continuar su crecimiento. Al volverse multinacionales, la participación de los Echavarría fue decreciendo hasta que, en algunos casos, quedó representada únicamente en libros de historia. Colombia tiene hoy en día importantes firmas a nivel mundial gracias a este grupo de emprendedores, que supieron entender su entorno y tomar las decisiones correctas en el momento adecuado. Por esto, los Echavarría  son de gran importancia en el contexto nacional y son ejemplos notorios a seguir en el ámbito empresarial.

Tras el hilo de los industriales

Martín Mora

El descalabro bursátil de Interbolsa trajo a colación el nombre de una de las compañías más icónicas de la historia empresarial colombiana. Esta es una historia sobre la familia Echavarría, fundadora de Fabricato y pionera en la industrialización del país.

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