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Me encuentro en uno de esos tantos conjuntos que quedan en las proximidades de la Universidad. Esos de edificios grandes, pasillos angostos y con elevadores que permiten ver cómo se desliza la pared mientras se va subiendo o bajando. Durante todo el camino hasta acá, contemplé la posibilidad de que quien me abriera la puerta, fuera un conocido. ¿Quiénes  son los administradores? Esta pregunta debe ser un interrogante común entre quienes envían sus “confesiones” a la página Confesiones Uniandes Reloaded. Estoy ansioso por conocer la identidad del administrador de esta página que ha aceptado reunirse conmigo. En contra de todas mis expectativas, quien me recibe es un hombre de traje negro, camisa blanca y cabeza de unicornio. Si, leyó bien, de unicornio.

 

“Qué pena por el desorden parce, es que es de un amigo y está muriendo en trabajo. No lo hicimos en mi apartamento porque yo sí vivo lejos”. Me dijo esa persona de la que al parecer no conocería su nombre. Tomé asiento frente a él y pensé en todas las preguntas que tenía por hacerle. Mientras él se ajustaba la máscara y decía que al usarla “se siente  como Darth Vader porque casi no deja respirar”, decidí preguntar:

 

Por ser el administrador de Confesiones Uniandes, usted conoce los secretos de mucha gente. ¿Por qué cree que las personas prefieren contárselos a ustedes?

 

No sé, yo supongo que lo hacen porque nosotros no nos quedamos en su vida para juzgarlos. Bueno, la mayoría de las veces, pero aun así los escuchamos. Somos como una especie de amigo express.

 

¿Por qué creó la página? ¿Qué lo motivo?

 

Llegar a ser administrador fue en realidad bastante simple. La página original dejó de publicar y un amigo sugirió que creásemos una nueva. Aunque ahora creo que él lo decía en broma, yo lo hice. Y bueno, aquí estamos casi dos semestres después. Al principio yo tenía la esperanza de conocer los secretos de mis amigos, pero eso no pasó –Echa una carcajada suspicaz-.                                                                                                                                      

 

¿Siente que tiene algún poder sobre las personas que confiesan?

 

Pues sí y no -nuevamente se ríe-. Sí porque básicamente acá -alza en sus manos el computador- hay una biblioteca de personas  que perfectamente podría extorsionar.  Obviamente no lo pienso hacer  pero es para ilustrar el poder que se tiene con esto. Nadie quiere que la novia se entere que uno la ha engañado o que sepan que se fue a ‘tirar’ al Q. Pero bueno, algo que siempre le digo a todo el mundo es que es un poder inútil, pues sólo existe en la medida en que yo no lo use. Es decir, si yo me pusiera a extorsionar a la gente como dije hace rato, pues dejan de mandar confesiones y ‘paila’.

 

Entonces, ¿tiene o no poder sobre las personas que confiesan?

 

Sí. Pero como le dije, es una cosa inútil.

 

¿Ha pensado que está invadiendo la privacidad de la gente? Es decir, hay confesiones que hablan negativamente de otras personas que obviamente no quieren que se hable mal de ellas. ¿Cómo manejan esta situación?

 

“Jummmm”, pues eso sería cierto si las personas fueran identificables pero ese no es el caso. Cuando envían confesiones en perjuicio de terceros, nosotros cambiamos el nombre de la persona sobre la que hablan. En el caso de que eso no sea suficiente, simplemente no publicamos la confesión. 

 

“Cuando camino por la U no puedo evitar buscar a los ‘confesantes’. Es como chistoso sentir que conoces a alguien mejor que sus propios amigos y no poder decir ‘hola’”

 

­Hace algún tiempo ustedes tenían un álbum con fotos que las personas subían al Dropbox de la universidad. Ese álbum incluía gente desnuda, borracha, sosteniendo relaciones sexuales. Publicar eso en una página donde las pueden ver más de 8000 personas, ¿no le pareció una gran invasión a la privacidad?

 

Eso del Dropbox fue más complicado. En un principio yo me justifique diciendo que al estar las fotos en una carpeta de acceso público eran públicas. Luego de que nos denunciaran la mayoría de las imágenes y nos bloquearon por un tiempo, decidí eliminar el álbum.

 

¿Y si no lo hubiesen denunciado?

 

Probablemente ahí estaría. Igual aún guardo algunas de esas fotos.

 

Bastante intrigado por la “biblioteca de personas” a la que él tiene acceso, le pregunté si podría echar un vistazo al panel de administración. No sin cierto morbo, deseaba ver ese buzón de entrada que para los confesantes es la puerta trasera de sus temores, imprudencias, miedos y cosas que no son capaces de comentar con conocidos.  “Pues si quiere vea la bandeja de entrada, pero no puede ver los mensajes” fue la respuesta que me dio acceso a esa pequeña caja de Pandora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tomé el portátil que me entregó el hombre de la cabeza de Unicornio. Como cualquier persona en mi situación, busqué los nombres de amigos y conocidos a la espera de encontrar alguna confesión de ellos. No fui decepcionado. Aunque no eran más de cinco, había confesiones de mis amigos entre los cientos de mensajes de personas que le mandan sus secretos a este desconocido. Empujado por el morbo y la curiosidad, decidí abrir uno de los mensajes.

 

¡No, qué pena! Le dije que sólo podía ver la bandeja de entrada. Si lo dejo ver el mensaje ya estaría violando el trato que tenemos con el confesante. Es decir, que sólo nosotros sabremos de sus confesiones.

 

Esa fue la intervención que evitó que me adentrase en los secretos de alguno de mis conocidos. Mi imprudencia ocasionó que se me pidiera devolver el computador. En un intento por alejar la tensión del ambiente, pregunté:  

 

¿Qué ha sido lo peor y lo mejor que han confesado?

 

Lo peor, diría que fue saber que una persona que confesó sus deseos de quitarse la vida efectivamente lo hizo. Otra vez alguien envió una confesión contando ciertas conductas “anti-higiénicas” de un compañero mío. Ese mismo día me lo encontré y no sabía cómo darle la mano (risas). Otra muy difícil fue cuando me enteré de la enfermedad terminal de alguien cercano, ese día no sabía qué hacer. Como administrador, se supone que debía guardar el secreto, pero como persona debía ayudarla en lo que me fuese posible. Al final creo que el primer deber de uno, es como persona.

 

¿Y lo mejor?

 

Lo mejor fue el caso contrario. Una persona confesó el mismo deseo de acabar con su vida y luego nos enteramos que gracias a la publicación la pudieron ayudar. Realmente pensaba hacerlo. ¡Ah! y otra que me alegró el día fue la de un sujeto que se quedó sin papel en el baño del ML. Mejor dejo que la lea porque si la cuento pierde gracia.  El hombre unicornio se toma unos minutos mientras encuentra la confesión y me la muestra:

 

“Hola a todos.

Confieso que ayer me paso algo a lo que le tememos todos en la universidad......

Eran las 2 de la tarde, con el almuerzo recién ingresado a mi sistema digestivo decidí hacerle espacio a la nueva comida que estaba por degradarse, me dirigí a un baño del ml, ingrese a un cubículo y deje que todo fullera, cuando termine con mi tarea estire la mano para sacar papel para limpiarme la colita, una gota fría paso por mi frente, y un recuerdo de mi infancia vino a mí, un niño de una propaganda gritando "MAMA SE ACABÓ EL PAPEL" , ante esa situación tan incómoda y desconcertante no me quedo más que empezar a analizar mis posibilidades, así que hice lo que cualquiera hubiera hecho, intenté sacar el cartón donde estaba enrollado el papel para limpiarme, después de 10 minutos intentando romper ese triple hp cartón desistí y empecé a pensar en otra posibilidad, estuve 15 min más esperando a que se desocupara el baño para apretando bien el culo salir corriendo e ingresar al cubículo del lado. Por fin después de una larga espera lo pude hacer, todo salió bien, la ardua labor término sin ninguna mancha que lamentar en mi bóxer.

pd: a el tipo que fue a cagar en el cubículo en el que yo estaba, mientras yo me terminaba de limpiar la colita, enserio lo siento mucho, pero no sabía cómo decirle que en ese hp baño NO HAY PAPELLLLLLL!!!!!!”

 

Creo que esas han sido las mejores. Hay muchas más pero ahorita no me puedo poner a buscarlas.

 

Dijo que había creado la página con la esperanza de conocer los secretos de sus amigos, pero que eso no pasó. Si ese era el propósito, entonces ¿por qué sigue con la página?

 

Al principio no sabía, es decir, me gusta hacerlo. Es algo de lo que uno nunca se aburre, nunca hay dos confesiones iguales.

 

 

 

 

 

Tomado de: Confesiones Uniandes Reloaded.

 

Sandra Borda, la directora del Centro de Estudios Internacionales (CEI) y también otros profesores se han manifestado positivamente respecto a la página.Al parecer, no sólo los estudiantes conocen y leen la página ¿A qué le atribuye el relativo éxito de la página?

 

Esa es otra de las razones por las que seguimos con la página, si es que no es la principal. La Universidad necesita lo que nos gusta llamar ‘espíritu Universitario’. Esa cosa que hace que uno ame la Universidad. Usted ve que en las universidades públicas los estudiantes la aman. Es decir, usted habla con un estudiante de la ‘Nacho’ o de la Pedagógica y le dicen que su Universidad es genial, que es una ‘chimba’ y,  sin dejar de reconocer sus problemas, se ve que aman su alma mater. Acá eso yo no lo veo tanto. Nosotros queremos que la gente se identifique con la Universidad. Que no sólo piensen que estudian en el mismo sitio donde lo hicieron Los Nule, Colmenares o que es la Universidad más costosa del país. Que se vuelva a pensar la Universidad como la Universidad de Séneca, de la Cabra. Que  sientan que este espacio es suyo, que hay una cabra que deambula por el campus y un par de locos con cabezas de animales. Queremos hacer parte de esa identidad y creo que la gente también la busca. Ahí es donde creo que nosotros hemos dado en el clavo. La Universidad necesita una identidad y nosotros podemos ayudar a construirla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Confesiones Uniandes: ¿Espacio identitario o íntimo? 

Guillermo Estupiñán

Confesiones Uniandes Reloaded es la página a la cual uniandinos y no uniandinos 

acuden para ser escuchados. De amor, de odio, anécdotas, preocupaciones o de simple desahogo, esas historias y pensamientos que se suponen son sólo nuestros se hacen públicas. “Lucumí” y “e_e” son los administradores y conocedores de todos los secretos que salen a la luz a través de la página. Esta entrevista dará en detalles, un pedacito de la rutina de uno de ellos. 

Así se ve el panel de administración. El inicio de semestre es la época con más confesiones, casi 100 mensajes por día. En vacaciones y exámenes finales es cuando menos confesiones se reciben.

El 31 de octubre salieron a retar a los estudiantes a luchar con almohadas; “Las cosas como las que vamos a hacer hoy, es lo que queremos que la gente recuerde de la Universidad” – Foto por: Oscar Moreno

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